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El Palacio Falcone está ubicado a lo largo de la Via Garibaldi, en pleno Borgo di Roccella. Es importante señalar que en siglos pasados el Borgo era considerado todo el barrio que incluía el conjunto de edificios de las actuales Via Bernardo, donde se encuentra esta construcción, y Via Girolace, hasta el arroyo de la Arena. Con el tiempo, a este barrio Borgo se han sumado otras viviendas de los callejones circundantes, dando lugar a una nueva denominación documental: Borgo Maggiore.

Durante el siglo XX, el Palacio Falcone se destacaba por su señorío y elegancia en todo el barrio, formado principalmente por casas populares en la planta baja y, más raramente, de dos pisos, propiedad de terratenientes, artesanos y agricultores. Este palacio aún conserva rastros de decoraciones de estilo Liberty, que le han conferido a la construcción un cierto encanto y distinción respecto al resto de las viviendas cercanas, construidas, en su mayoría, sin ningún elemento de relevancia artística o arquitectónica. El palacio en cuestión, de planta rectangular, cuenta en la planta baja con tres amplios almacenes que dan a la Via Garibaldi, con el portal de entrada y la escalera de acceso a las habitaciones superiores en el centro.

Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, y durante décadas, el tramo de calle frente a los almacenes fue el lugar más animado y concurrido de todo el Borgo. Esta dinamicidad se debía principalmente a la respetable figura del “Principale Falconi”, como se le conocía en Roccella, es decir, D. Vincenzo Falcone.

Los almacenes del Palacio albergaban una tienda de mercancías diversas, una de las más surtidas y exclusivas de Roccella y sus alrededores: este punto de venta era gestionado directamente por el Principale Falcone.

Tras el fallecimiento de D. Vincenzo en 1931, la actividad comercial fue asumida por su hijo Italo Vincenzo, a quien amistosamente apodaron “‘U Principalinu” (el joven Principal). La singularidad de esta tienda se justificaba por su capacidad para satisfacer cualquier solicitud de herramientas y accesorios para cualquier actividad artesanal: quienes entraban a comprar no salían con las manos vacías.

No se puede dejar de mencionar los objetos que se podían adquirir al “Principale” necesarios para la gente y los artesanos. Se enumeran algunos, junto con las correspondientes categorías artesanales.

  • Albañiles: paletas, clavos, martillos, tenazas, cubos de metal, etc.
  • Zapateros: pinzas y tenazas de todo tipo, punzones, suelas, clavos y “simiggi” (clavos de todas las medidas), “attacci” (tachuelas de zapatero), goma, masilla, madejas de cáñamo para coser con pez, cordel para coser las suelas, herramientas de alargamiento de zapatos, cordones, y mucho más.
  • Carpinteros: varias tenazas, escuadras, cepillos, sierras de todo tipo, martillos, clavos, tornillos, pernos, bisagras para puertas, cerraduras, diversas manijas, cerrojos, corredizos y pestillos para puertas, etc.
  • Además, los elementos necesarios para las amas de casa en sus necesidades diarias: hilos de urdimbre para telar de todo tipo, tintura en tubo para teñir tejidos, sosa cáustica para hacer jabón casero, queroseno para lámparas, material eléctrico, varios pinceles y pintura para pintores, cuerdas, herramientas agrícolas, etc.

Para almacenar todo el material a la venta, además de los tres almacenes que dan a la Via Garibaldi, se utilizaban las correspondientes habitaciones traseras dentro del Palacio.

El almacén principal estaba equipado con un mostrador de venta donde, a la vista, había una balanza de dos platos con diversos pesos calibrados al lado. Las paredes estaban decoradas hasta el techo con armarios con vitrinas y cristaleras, todas llenas de material comercializable.

En las últimas décadas, cuando la actividad comercial fue heredada por el “Principalino” Falcone, gradualmente la tienda se convirtió en uno de los principales centros de conversación del Borgo. Además del mostrador de ventas y varias vitrinas, también había sillas que siempre estaban ocupadas por personas dispuestas a conversar en cualquier momento del día.

El constante ir y venir de los residentes de Roccella que entraban a comprar permitía conocer las últimas novedades del pueblo que se convertían en objeto de discusión entre los presentes. Al pasar cerca del Palacio, era constante el murmullo de las personas presentes. Se hablaba de política, trabajo, fiestas, eventos, enfermedades y, por supuesto, también de chismes locales.

Actualmente, el palacio es propiedad privada de los herederos de la familia Falcone.